Siempre he creído que la mejor forma de conocer una ciudad no es a través de sus monumentos, sino empezando por un desayuno auténtico o una cena casual pero llena de calidez. En Palma de Mallorca, lo que realmente me cautivó no fue el azul del mar ni la antigüedad de su arquitectura, sino ese momento en una tarde con brisa, sentado frente al mar en un pequeño restaurante, sorbiendo vino blanco mientras espero un plato de mariscos recién pescados.
Palma es la capital de Mallorca, una ciudad mediterránea con el equilibrio justo entre majestuosidad real y sencillez local. Cada vez que vengo, abandono el ritmo turístico de «visitas obligadas» para centrarme en el ritual de la mesa.
1. Ca’n Manolo: un encuentro directo con el mar, al borde del puerto
La primera vez que entré en Ca’n Manolo fue porque me atrajo su ubicación, muy cerca del puerto pesquero de Palma. No hay carteles llamativos para atraer turistas, solo una pizarra escrita a mano con los pescados frescos del día, como si la carta fuera un secreto compartido solo con quienes saben dónde buscar. No es un «local viral», pero a la hora de comer se llena de familias locales, pescadores con la ropa aún oliendo a mar, y clientes habituales que parecen conocerse entre todos.
El ambiente es luminoso y sencillo, con paredes decoradas con fotografías en blanco y negro del puerto antiguo. Los camareros visten pulcros y caminan con paso ágil, hablando con tono suave, como si entraras en el ritmo natural de una comida bien hecha. Me recomendaron la “lubina a la sal” del día: carne jugosa sin espinas, cocida en costra de sal que retiene perfectamente la humedad del pescado. El momento en que rompen la sal en tu mesa, liberando el vapor y el aroma del pescado, es parte del ritual.
También destaca su arroz caldoso de marisco, con una textura más melosa y un sabor más intenso que el que había probado en Valencia, ideal para saborear lentamente, sorbo de vino blanco en mano, mirando por la ventana cómo se mueven los barcos en el puerto.
Platos recomendados:
- Lubina a la sal
- Arroz caldoso de marisco
- Albóndigas de bacalao con salsa de tomate
Precio medio: 30-40 €
Mejor horario: antes de las 12:30 para comer o antes de las 19:00 para cenar, para evitar aglomeraciones
2. Casa Fernando: del mercado directamente a tu plato
Ubicada en la zona de El Molinar, al sur de Palma, Casa Fernando es una marisquería tradicional con décadas de historia y clientela fiel. Lejos de las rutas turísticas, es el tipo de lugar al que se va por recomendación boca a boca. Sus ingredientes vienen cada día del mercado de pescado de al lado, y eso se nota en cada plato. El comedor tiene un aire de sencillez marinera, con paredes azules, redes de pesca decorativas y camareros que saludan a los comensales por su nombre.
Una noche hice el desvío hasta aquí y pedí las “gambas rojas a la plancha” y unos “calamares a la andaluza”. Las gambas explotaban jugo con cada bocado, frescas y con un dulzor natural que solo se consigue cuando han sido pescadas esa misma mañana. Los calamares estaban crujientes, nada grasosos, rivalizando con los aperitivos más elaborados de restaurantes con estrella. Lo acompañé con una copa de vino blanco seco de la isla, y no necesité nada más para sentirme satisfecho.
Un detalle encantador es su mostrador de mariscos frescos. Antes de pedir, puedes ver el género y los camareros —mezclando español e inglés— te explican su origen, temporada y preparación. Algunos incluso te aconsejan sobre combinaciones, según lo que más fresco haya llegado ese día.

Platos recomendados:
- Gambas rojas a la plancha
- Calamares a la andaluza
- Pulpo guisado
Precio medio: 35-45 €
Consejo: reserva con antelación, especialmente los viernes por la noche
3. La Parada del Mar: como pedir marisco en una pescadería
Mi restaurante “auto-servicio” favorito en Palma. La Parada del Mar se caracteriza por un mostrador de pescado fresco al estilo supermercado. Tú eliges lo que quieres y ellos lo cocinan de manera sencilla: a la brasa, al vapor o a la plancha, conservando el sabor puro del mar. No hay menús fijos, sino una experiencia casi interactiva con el producto: puedes ver, preguntar, o incluso pedir recomendaciones al personal, que suele tener una sonrisa amable y mucha paciencia para explicar las diferencias entre pescados.
Una de las mejores comidas que tuve fue con un “rodaballo” grande y unas “navajas” a la plancha, acompañadas de un vino blanco local. Nada de salsas, pero cada bocado era inolvidable, lleno de mar y frescura. Me encanta ese tipo de comida que no necesita justificar su sabor con artificios.
Es muy popular entre los residentes, especialmente en fines de semana. Familias, parejas y grupos de amigos llenan el local con risas y el sonido de copas brindando. La decoración es sencilla, con mesas de madera y paredes llenas de carteles, transmitiendo una honestidad que prioriza la comida sobre todo.
Platos recomendados:
- Rodaballo a la brasa
- Navajas a la plancha
- Mejillones al vino blanco
Precio medio: 25-35 € (depende del marisco elegido)
Consejo: viste ropa cómoda, el aroma del marisco se queda en el ambiente
4. Marisquería Can Jordi: una cena local que invita al silencio
Este restaurante no está en el centro, sino escondido en una zona industrial en las afueras, sin escaparates llamativos ni decoración fotogénica. Si no fuera por la recomendación de un amigo local, nunca habría entrado. Pero aquí es donde los palmesanos vienen los miércoles a saciar su antojo de mariscos, en un ambiente que parece suspendido en el tiempo.
Can Jordi sirve cocina casera al estilo mallorquín. Los platos son abundantes y a precios justos. Nada de presentaciones sofisticadas: solo cazuelas humeantes y sabores profundos. La primera vez que fui, pedí una enorme “zarzuela de marisco” con pan casero, que venía aún caliente y crujiente. El aroma del guiso impregnaba todo el local, y no se necesitaban palabras en la mesa.
El camarero, con fuerte acento y sonrisa permanente, iba mesa por mesa ofreciendo más vino o alguna tapa recién salida de cocina. Comer aquí es hacerlo sin prisa, como en casa de un amigo. A veces, el dueño se sienta contigo un rato, comparte anécdotas o simplemente te deja en paz, confiando en que la comida hable por sí sola.
Platos recomendados:
- Zarzuela de marisco
- Gambas al ajillo
- Sardinas ahumadas con pan de masa madre
Precio medio: alrededor de 30 €
Consejo: evita el almuerzo del fin de semana, mejor en cena durante la semana
5. Es Mollet: doradas y atardeceres junto al puerto

Es Mollet es mi lugar ideal para una cita en Palma. Está en el pequeño puerto de Portixol, con vistas al mar, barcas pesqueras y el paseo marítimo donde la gente camina sin prisa. Comer aquí es una experiencia sensorial completa: comida, mar y luz entrelazados en una misma escena. A veces llego antes de la puesta de sol solo para ver cómo cambia el color del cielo mientras llega la comida.
Siempre pido la “dorada a la brasa”, acompañada de puré de judías verdes con menta o una salsa de limón y nata, aunque el menú varía según la pesca del día. Todo llega al punto perfecto, con ese toque de brasa que da carácter sin esconder el sabor del pescado. Mientras el cielo pasa del dorado al azul profundo y se encienden las luces del puerto, la cena se convierte en una canción mediterránea, suave y melancólica.
La carta de vinos destaca por incluir etiquetas locales poco conocidas pero de gran calidad. Puedes dejarte aconsejar por el camarero, que suele tener buenas sugerencias y sabe armonizar los platos con vinos únicos de la isla. El servicio es profesional y eficiente, sin ser invasivo, lo que hace que toda la velada fluya con naturalidad.
Platos recomendados:
- Dorada a la brasa
- Anguila marinada con lima
- Ensalada de pulpitos
Precio medio: 40-50 €
Consejo: ven de noche y descubre lo lento que puede ser un anochecer en Palma
En Palma, comer marisco no es un ritual solemne, sino algo natural, como tomarse un café por la calle. Más que seguir listas de “los mejores restaurantes”, prefiero volver a estas esquinas familiares, donde los locales ya conocen los sabores por su nombre. La próxima vez que vengas a Palma, guarda unas comidas sin planear, guiadas solo por el olfato y la brisa marina. Tal vez encuentres más joyas ocultas que yo.